No había nada más que la tierra y el cielo, y el júbilo de las alondras, y la libertad del espacio. Me detuve. Miré en derredor, después al cielo y finalmente caí de rodillas. En aquel momento yo sabía muy poco de mí o del mundo, solo tenía en la cabeza una frase, siempre la misma: "Desde mi estrecha prisión llamé a mi Señor y él me contestó desde el espacio en libertad.
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Enviada por RIcardo hace 9 años
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