Nunca en toda mi vida he estado sola tan tarde. Nunca he violado el toque de queda. Pero junto al miedo -que está siempre ahí, por supuesto, ese peso constante que me aplasta- parpadea una pequeña excitación que se eleva y desciende por debajo del miedo, haciéndolo retroceder un poco. Una especie de "vale, estoy bien, soy capaz de hacerlo". Solo soy una chica, una chica del montón, metro sesenta, nada especial, pero puedo hacer esto y no me va a parar ningún toque de queda ni ninguna patrulla del mundo. Es asombroso cómo me reconforta esta idea. Es increíble como consigue disolver el miedo, como una velita en mitad de la noche, que ilumina el entorno y quema la oscuridad.
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Enviada por Cristina hace 9 años
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