Delante, un rubiales de unos cuatro años gimoteaba reclamando no sabía qué, luego se tiró al suelo de golpe, aullando, temblando de rabia; su madre intercambió una mirada agotada con su marido, que intentó levantar al pequeño y vicioso crápula. Es imposible escribir una novela, le había dicho Houellebecq la víspera, por la misma razón que es imposible vivir: debido a las pesadeces que se acumulan. Y todas las teorías de la libertad, desde Gide hasta Sartre, no son sino inmoralidades concebidas por solteros irresponsables. 'Como yo', había agregado, acometiendo su tercera botella de vino chileno.
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Enviada por Fredric hace 9 años
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