Los hombres no saben ser inútiles. Ellos tienen caminos que seguir, puntos que alcanzar, necesidades que realizar. ¡No saborean la imperfección, cuando el “sentido” de la vida es el éxtasis de esa imperfección! Pero ¿cómo revelarles la simplicidad de ese misterio, cómo seducirlos en el resplandor de un misterio y embriagarlos con tan sencilla fascinación?
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Enviada por Leonardo hace 9 años
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