Se dice que, con el tiempo, los recuerdos se deforman, se pervierten y la imaginación los moldea a placer hasta convencernos de una ilusión. Algo así me había ocurrido a mí. La intensidad con la que observaba todo, la manera en los que sus dedos se movían en el aire cuando gesticulaba, su tono de voz o su rusa habían adquirido en mi cabeza matices inventados que distorsionaban la realidad.
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Enviada por Raúl hace 9 años
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