A veces, al despertar, el sueño residual puede ser más atractivo que la realidad, y uno se resiste a renunciar a él. Durante un tiempo, te sientes como un fantasma —no materializado plenamente—, e incapaz de manipular su entorno. O por el contrario, es el sueño el que te persigue. Esperas con la promesa del próximo sueño.
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Enviada por Sarah hace 9 años
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