— Nunca me gustaron las guerras. Los tipos como yo suelen perderlas.
— Ahora ya da lo mismo. Pero me gusta que no hayas estropeado tu sonrisa de buen muchacho… Esa elegancia que mantienes como el último cuadro en Waterloo. Me recuerdas mucho al hombre que olvidé. Has envejecido, y no hablo del físico. Supongo que les ocurre a todos los que alcanzan alguna clase de certidumbre… ¿Tienes muchas certidumbres, Max?
— Pocas. Sólo que los hombres dudan, recuerdan y mueren.
—Debe de ser eso. Es la duda la que mantiene joven a la gente. La certeza es como un virus maligno. Te contagia de vejez.
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Enviada por Zoe hace 9 años
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