Empezaba a experimentar algo que nunca antes había sentido: una sencilla alegría de vivir, sana y profunda, comparable al placer de beber el agua fría del pozo cuando tenía sed, o al de dormir al sol sobre la tierra perfumada y cálida de julio, o al de correr sin motivo alguno sobre la hierba hasta perder el aliento, mientras el viento azotaba su cabello en desorden.
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Enviada por Tamara hace 9 años
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