Además, ahora la mayoría de las novelas largas son malas. Era distinto hace cien o doscientos años. Hoy la vida va más deprisa, sus partes están menos conectadas. Uno asume que la mayoría de los acontecimientos y las relaciones (por muy intensas que sean) no van a tener mayor duración ni complicación de lo que se puede describir en veinte o treinta páginas. Así que escogemos las formas literarias que se adaptan a nuestra vida. ¿O es al contrario? Cuando escribimos historias cada vez más cortas ¿estamos convenciendo a nuestros lectores de que dividan su vida en trocitos cada vez más pequeños, brillantes y discontinuos?
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Enviada por Anna hace 9 años
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