—Habías olvidado todas esas cosas que, seguramente, aprendiste de tu madre cuando te leía por las noches: que ni siquiera un gorrión puede caer al suelo sin que Dios lo observe y que aun los cabellos mismos que hay en tu cabeza han sido numerados por Él, tal y como Jesús nos lo dijo.
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Enviada por Salvador hace 9 años
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