—Te comportas como una nenaza.
Oyó mi comentario. Me obligó a volverme hacia él, me acorraló contra la encimera y se apretó contra mí. Contuve el aliento cuando agarró con una mano mi magullado muslo y lo colocó alrededor de su cadera. Apoyó la otra mano en mi espalda y me estrechó contra él. Me susurró de nuevo al oído con voz ronca:
—Te aseguro que… no lo soy.—Deslizó los labios sobre mi cuello y volví a estremecerme. Maldita sea… No, desde luego que no era una nenaza.
0
![No es para tanto](/images/malo.png)
Enviada por Paula hace 9 años
No se ha encontrado imágenes sobre esta frase de S.C. Stephens.