(...) La vida era sólo una serie de hábitos, gestos realizados en determinados momentos. Cualquier cambio parecía anárquica. La distracción era imposible y, como obedeciendo una orden tácita, Adrienne comenzó a dividir de modo rígido, preciso, tan rigurosamente como si viviera en un convento.
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Enviada por David hace 9 años
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