Cuando comenzamos a vivir, ya estamos empezando a morir. Es un hecho incontrovertible, nos guste asumido o no. Todos nos hallamos sujetos a ese fenómeno misterioso que llamamos «muerte»y que nos expulsa de golpe de la «película» existencial. Vivimos con placer y dolor, sometidos a situaciones gratas e ingratas y a experiencias agradables o desagradables, pero ¿hemos sentido alguna vez verdadero gozo? Condicionados por el apego y el odio, buscamos compulsivamente lo que denominamos «felicidad», perturbados y obsesionados por nuestros afanes y logros, pero ¿hemos ex- perimentado la brillante y confortadora luz de la verdadera quietud? Perseguimos lo que pensamos nos va a hacer felices, mas no buscamos al que anhela esa felicidad. Todos nos precipitamos ansiosamente a la conquista de metas, pero damos la espalda a la meta más importante: la de la serenidad.
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Enviada por Ingrid hace 8 años
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