La irrefrenable tendencia a culpar. ¿Quién no la tiene?, ¿a quién no domina? Es lo fácil. El niño siempre tiende a culpar y cuando el ego inmaduro prevalece, sigue esta inclinación a culpar a los demás. Pero en la medida en que uno madura, se refrena tanto la tendencia a culpar como a sentirnos neuróticamente culpables. La claridad de la mente es el antídoto contra culpabilidades de cualquier orden.
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Enviada por Ingrid hace 8 años
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