Hemos atravesado por una fase previa en la que los productos que escaseaban valían más porque escaseaban. Eso era lógico. Pero ¿cuál ha sido la consecuencia? Que, hoy día, para que las cosas valgan más, tienen que escasear. Hemos invertido causa y efecto. Hoy razonamos de esta forma: "Lo bueno no abunda. Por lo tanto, hagamos que las cosas malas no abunden, y se volverán buenas.
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Enviada por Rebeca hace 9 años
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