—No, tengo un problema con esto. Te aprecio, hombre, pero demonios. Esto no es justo. Estoy aquí congelando mis pelotas, y tú, tú no necesitas protección. Entretanto tengo un ojo de toro en mi brazo que dice, 'Hey, Daimon con esteróides, mátenme justo aquí’ —siguió divagando Jess.
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Enviada hace 9 años
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