Araínda cerró puertas, abrió cajones y colocó libros, hasta que más blanco de lo habitual y con un brillo de excitación en los ojos, entró en su habitación y regresó con la espada que llevaba años guardada bajo su cama. Echó un último vistazo hacia el interior de su hogar y cerró la puerta. Al momento estaban en camino.
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Enviada por David hace 8 años
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