Desde su exacto centro, Leandro Soto contempla el Corro de los Volcanes. Anoche, al descubrir este paraje en un mural del hotel donde se aloja, otro calambre le atravesó el abdomen. Ahora, frente a ellos, comprende que el dolor fue un aviso: estas montañas de morfología tortuosa que abrazan un circo de lavas son un trasunto mineral de sus entrañas dolientes.
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Enviada por David hace 8 años
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