Has perdido el juicio y lo demuestras mordiéndote los antebrazos. A ella le gusta esta nueva manera de volverte loco. No sabe por qué, pero le excita adivinar tus ojos vidriosos, enrojecidos, y las marcas de tus dientes, y las gotas de sangre resbalando por tu piel, como si fueran cañas de pescar que tiran de un pez grande.
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Enviada por David hace 8 años
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