El desprecio puede tener muchas formas y desde que llegué a este que llaman “primer mundo” he conocido unas cuantas, pero lo de aquel centro de internamiento en Madrid ya era insoportable. Y lo peor no era que nos trataran como a leprosos, sino que al entrar allí nos despojaban de toda humanidad quitándonos incluso el nombre. Allí dentro sólo éramos un número.
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Enviada por David hace 8 años
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