Con la consagración de Pipino, la Iglesia instituyó el derecho divino de los reyes (versión cristiana de la deificación de los césares pagana), esa pamema que unirá indisolublemente Altar y Trono, o sea clero y aristocracia, a lo largo de los siglos, en la tarea de pastorear (y ordeñar) a los pueblos.
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Enviada por David hace 8 años
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