El iluminado recibe tradicionalmente la luz desde fuera, desde lo alto. Con todo, la luz brota en el interior y desde el interior se expande hacia fuera, por más que el encendido haya venido del exterior. De ahí que a los iluminados sea tal vez más apropiado llamarles encendidos, ya que la luz se hace propia y es capaz de encender a otros, de prender también en su interior. Un rasgo que suele reflejarse en la conducta de la persona y que acostumbra a despertar la animosidad de más de un vecino en la medida en que le distingue del común.
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Enviada por Ingrid hace 8 años
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