Como Ulises, he tapado mis oídos con cera, me he atado al mástil de mi barco y he salido a navegar para encontrar las 'sirenas'. Pero no con cantos de amor perturbaron las 'sirenas' mis oídos; mi cera y mis cadenas fueron impotentes contra sus astucias. Tenían un arma más poderosa que el canto para sacarme de mi celda monástica hacia el delirio del amor frustrado: en lugar de canto me anegaron con silencio, la tormenta del escarnio sin voz.
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Enviada por Ingrid hace 8 años
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