Si yo, ilustrísimo caballero, manejase un arado, cuidara de un rebaño, cultivase un huerto y confeccionara una prenda, nadie me miraría, pocos me observarían y por poquísimos sería reprendido, y nada me costaría complacer a todo el mundo. Pero dado que soy un delineador del campo de la naturaleza, solícito en lo concerniente a los pastos del alma, un enamorado del cultivo de la mente y un Dédalo en lo que respecta a los hábitos del intelecto, ved ahora que a uno que, habiendo posado su mirada sobre mí, me amenaza; uno que, habiéndome observado, me ataca, otro que, habiéndome alcanzado, me muerde, y otro que, habiéndome capturado, me devora. No es una persona, no son unos pocos: son muchos, son casi todos.
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Enviada por Ingrid hace 8 años
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