Tras varios intentos por recuperar el latido del corazón desahuciado del anciano, el médico, sudoroso y jadeante debido al esfuerzo realizado, seca su frente con un pañuelo y certifica la hora de la muerte.
+2

Enviada por Ingrid hace 9 años
No se ha encontrado imágenes sobre esta frase de Manuel Pérez Recio.