Pero en su interior lo repetía, lo repetía una y otra vez. «No es posible, no es posible...» Lo repetía, mientras se acercaba a la puerta de su casa, negando aquella realidad que cada vez se asentaba más y más en su interior, poco a poco, despiadadamente, con el peso de un yunque de hierro, aplastándole sin compasión, mientras los aldeanos se apartaban para dejarlo pasar.
0
Enviada por Tomás hace 8 años
No se ha encontrado imágenes sobre esta frase de Álbaro Arbina.