Lo hicimos de memoria, como si ya nos hubiésemos acariciado en otro mundo antes de nacer, como si volviésemos a encajar las piezas de un engranaje. La mano de Isabelle, la que me turbaba la cadera, era la mía; mi mano sobre el costado de Isabelle era la suya. Se reflejaba en mí, me reflejaba en ella: dos espejos se amaban.
+1
Enviada por Rebeca hace 8 años
No se ha encontrado imágenes sobre esta frase de Violette Leduc.