Te conviertes en mi hija, madre. En tu vejez, recuerdas con precisión de relojero. Tú hablas, yo te escucho. Tú hablas, yo te llevo en mi cabeza. Sí, para ti mi vientre tiene un calor volcánico. Tú hablas, yo callo. Nací portadora de tu desgracia como se nace portador de ofrendas. Cuando se trata de vivir, tú sabes hacerlo en el pasado. A veces me hastío hasta enfermar...
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Enviada por Rebeca hace 8 años
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