Al principio fue solamente la curiosidad lo que me llevó de una frase a la siguiente. A menudo pasaban varios días sin que cogiera otro fragmento mutilado, tal vez hasta una semana, y sin embargo siempre volvía, durante diez minutos, tal vez veinte, para examinar las escenas, los nombres, las pequeñas conexiones que empezaban a formarse, las tenues continuidades que se desarrollaban en aquellos resquicios de tiempo libre.
Jamás leía más de una hora seguida. […]
Y luego una noche miré el reloj y descubrí que habían pasado 7 horas.”
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Enviada por Rebeca hace 8 años
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