¿Quién no ha matado una hora? No casualmente o sin quere, sino con cuidado: un asesinato premeditado de minutos. La violencia proviene de una combinación de darse por vencido, no preocuparse, y una resignación que lo conseguido es todo lo que puede esperar lograr. Así se mata una hora. Usted no trabaja, no lee, no sueña despierto. Si usted duerme no es porque tenga que dormir. Y cuando por fin se ha terminado, no hay evidencia: ningún arma, ni sangre, ni cuerpo. La única pista podría ser las sombras bajo los ojos o una línea terriblemente delgada cerca de la esquina de su boca que indica que se ha sufrido, que en la intimidad de su vida ha perdido algo y la pérdida es demasiado vacía para compartirla.
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Enviada por Rebeca hace 8 años
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