Mi esposa y yo pasamos las siguientes semanas en ese mundo extraño en el que uno entra cuando se teme por la vida de su hijo —el mundo exterior, el mundo real, se convierte en un mundo fantasma, y la gente que está en él distante y borrosa— La única realidad es el intenso miedo, un miedo impulsado por el impotente y abrumador amor.
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Enviada por David hace 9 años
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