No sin golpes y moratones reingresé en la periferia urbana. Una calle solitaria y mal iluminada me llevó a otra más habitada y así, poco a poco, fueron apareciendo más vehículos, peatones, tiendas y bares, hasta que me vi envuelto en el bullicio ensordecedor y febril aglomeración que tanto gustan a quienes visitan Barcelona por primera y última vez.
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Enviada por Rebeca hace 8 años
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