Sólo hay una cosa que excite de los animales más que el placer, y es el dolor. Bajo tortura estás como si estuvieras bajo el dominio de esas hierbas que producen visiones. Todo lo que has oído decir, todo lo que has leído vuelve a tu mente, como si estuviera siendo transportado, no hacia el cielo, sino hacia el infierno. Bajo tortura dices no sólo lo que quiere el inquisidor, sino también lo que tú te imaginas que podría agradarle, porque se establece un vínculo (eso si, diabólico) entre tú y él.
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Enviada por Tomás hace 8 años
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