R. de Becker ha resumido muy bien los diferentes aspectos del símbolo: «El símbolo puede compararse con un cristal que devuelve diferentemente la luz según la cara que la re- ciba. Y podemos decir aún que es un ser vivo, una parcela de nuestro ser en movimiento y en transformación. De suerte que, al contemplarlo, al captarlo como objeto de meditación, uno contempla también la propia trayectoria que se dispone a seguir, captando la dirección del movimiento en el cual el ser es llevado»
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Enviada por Esther hace 8 años
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