Tal vez no estamos acostumbrados a pensar en la Eucaristía como una invitación a Jesús para que se quede con nosotros. Tendemos más bien a pensar que es Jesús quién nos invita a su casa. Pero Jesús quiere ser invitado. De lo contrario seguirá su camino. Es muy importante comprender que Jesús nunca nos impone su presencia. A no ser que le invitemos, él seguirá siendo un desconocido, posiblemente un atractivo e inteligente desconocido con el que hemos mantenido una interesante conversación, pero un desconocido.
Esta cita del libro Con el Corazón en Ascuas de Henri J. M. Nouwen la encontrarás en Meditación sobre la vida Eucarística
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Enviada por David hace 9 años
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