—¿Sabe que quiero hacer por usted? —dijo Jeanne—. Voy a hacerlo reír, ese será mi proyecto. Borraré su melancolía anglosajona. Lo haré reír y lo llenaré de alegría hasta que parezca un campesino francés.
Stephen sonrío.
—Y yo contaré historias y me daré palmadas en los muslos como un granjero normando.
—Y no pensará en la guerra. Ni en los que han muerto.
—Nunca -—prometió Stephen, y bebió el coñac de un solo trago.
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Enviada por Tomás hace 8 años
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