—... En mi país siempre ha habído guerras.
— En el mío también.
— No creo que tantas como aquí. Nunca hemos cesado de luchar y no alcanzo a explicarme por qué. No sé si es la naturaleza humana o es la naturaleza de mi tierra. En Biah, como en Sarajevo, vivíamos musulmanes, croatas, y serbios, todos juntos. Cuando era el Ramadán, mis amigos cristianos venían a mi casa a merendar tras el ayuno. Y yo iba a casa de mis amigos en la Navidad católica y en la Pascua ortodoxa. Siempre había fiestas y las celebrábamos juntos. Pero vino la guerra y todos nos separamos: los amigos nos convertimos en enemigos. ¿ No es inexplicable? Un hombre, aquí en Bosnia, puede matar a su amigo de la infancia simplemente porque pertenece a una religión distinta. La cultura y la religión están hechas para unir, no para matar, ¿no es así?
—No lo sé. La Historia me marea, no soy capaz de explicármela. ¿Es usted creyente?
—No creo en Dioses. Pero soy musulmana, me guste o no, y mis vecinos me ven como musulamana. Es absurdo, pero así es la guerra: una crueldad estúpida.
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Enviada por Tomás hace 8 años
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