Es maravilloso el modo en que un pueblecito se mantiene al tanto de su propia existencia y la de cada uno de sus miembros. Si cada hombre y cada mujer, cada niño o cada bebé actúan y se conducen según un modelo conocido, y no rompen muros, ni se diferencian de nadie, ni hacen experimento alguno, ni se enferman, ni ponen en peligro la tranquilidad ni la paz del alma ni el ininterrumpido y constante fluir de la vida del pueblo, en ese caso, pueden desaparecer sin que nunca se oiga hablar de ellos. Pero, tan pronto como un hombre se aparta un paso de las ideas aceptadas, o de los modelos conocidos y en los cuales se confía, los habitantes se excitan y la comunicación recorre el sistema nervioso de la población. Y cada unidad comunica con el conjunto.
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Enviada por Tomás hace 8 años
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