Después de la guerra, grupos diversos -Bauhaus, Wendingen, De Stijl, los constructivistas, los neoplasticistas, los elementalistas, los futuristas- comenzaron a competir entre sí para ver quién poseía la visión más pura. ¿Quién determinaba la pureza? Bueno, pues la vieja historia de lo que era burgués (sórdido) y lo que era antiburgués (puro).
La guerra por ser menos burgués que nadie se convirtió en una auténtica locura. Por ejemplo, en 1919, durante las primeras escaramuzas, Gropius había sido partidario de admitir en la Bauhaus a sencillos artesanos, pequeños terratenientes, trabajadores honrados, gente de ceño fruncido y uñas endurecidas que haría a mano objetos para interiores, muebles sencillos de madera, alfarería sencilla y sencilla cristalería, todo sencillo. Esto parecía muy obrero, muy antiburgués.
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Enviada por Tomás hace 8 años
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