¿Qué era lo que la había empujado hacia él?... Ni siquiera ella lo sabía; quizá hubiera sido tan sólo el no tener nada que hacer, la curiosidad novelesca y morbosa de tener un amante, mil insignificantes vanidades llenas de imaginación, cierto deseo físico… ¿Y acaso había sentido esa felicidad que, según las novelas y las óperas producen los amores ilegítimos, esa felicidad que hace olvidarlo todo, afrontar la muerte y casi desearla? ¡Nunca!
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Enviada por Olga hace 8 años
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