Habíamos emigrado, habíamos emprendido una gran aventura para enfrentarnos a enemigos temibles, para superar grandes obstáculos y alcanzar las más altas metas.(...)
Entretanto no teníamos derecho a la risa, al placer. La risa y el placer había que ganarlos con el mismo sudor con que se gana el pan. (...)
Al final, eso sí, reiríamos más fuerte que nadie, pero solo entonces.
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Enviada por Olga hace 8 años
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