Ángel lo recuerda así y se recuerda a él entre su madre y sus hermanos, orgulloso de sentirse heredero de Pedro González Cano, su padre, con el que apenas llegó a convivir, pero al que conoció muy bien gracias a la memoria familiar, llena de datos precisos y a las brumas de la propia memoria. Las vidas se hacen bruma y luego las brumas regresan a la vida en la madera trabajada de los recuerdos.
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Enviada por Olga hace 8 años
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