—Para mí siempre ha sido un misterio por qué el viejo y pomposo fantasma es incapaz de permanecer en su tumba —comentó Voltaire exasperado—. En mi condición de ateo, me resulta muy desagradable que un cura muerto siga flotando y aconsejando a los jóvenes que visiten mi cabecera. Siempre distingo a sus enviados por esa inclinación babeante y metafísica de la boca, por el vano deambular de sus ojos, como los vuestros… ¡Si en Ferney el tráfago de visitantes era denso, aquí, en París, es una verdadera avalancha!
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Enviada por Tomás hace 8 años
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