Nuestro sistema educativo penaliza los errores. Pronto, de niños, aprenden que equivocarse es malo. La escuela enseña a apostar por lo seguro. Y como la experiencia nos muestra que en realidad no hay nada seguro, al filo de los treinta comenzamos a desaprender lo que nos mal enseñaron. Y empezamos a arriesgar y a cometer algunos errores de vez en cuando.
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Enviada por Tomás hace 8 años
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