Los cambios corporales que acompañan a la emoción (sudoración, enrojecimiento, palpitación, etc.) no son consecuencia de la percepción mental del hecho excitante, sino causa precisamente de ella: estamos tristes porque lloramos, o medrosos porque temblamos, y no al revés. Por lo tanto, para controlar las emociones censurables, hay que comenzar favoreciendo las reacciones corporales contrarias: alegrar la mirada, suavizar el rostro, etc. Hoy día, en Terapia de conducta, se aconseja lo mismo (‘técnica de desensibilización sistemática’).
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Enviada por Estefanía hace 9 años
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