La atención excesiva a los afectos o emociones – sean estos de naturaleza sensible, psíquica o propiamente espiritual- componen un modo más refinado de optar por el propio yo; y cuando semejante atención se torna exclusiva, lo bueno en sí resulta anulado en aras del bien para cada cual.
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Enviada por David hace 9 años
No se ha encontrado imágenes sobre esta frase de Tomás Melendo | Gabriel Martí.