A esas alturas de la mañana , en la habitación real había ya unos treinta hombres. Vigilando atentamente las expresiones del soberano ( ...) todos asistieron impasibles a los Quehaceres del Rey. Luis ocupó su sitio en su exquisita silla-orinal de terciopelo carmesí bordado en oro y, con regia puntualidad, procedió a sus deposiciones, mientras el médico Jarzat esperaba para recoger la bacinilla y observar el estado de los restos de su Majestad.
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Enviada por Olga hace 8 años
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