Compartir la mesa y la conversación eran, desde siempre, los gestos consuetudinarios que ratificaban la acogida del forastero, otorgándole la condición de huésped y no de mero intruso; el turista, al desdeñar esa elemental comunidad humana, demuestra que no desciende del huésped, sino del invasor.
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Enviada por Ramón hace 8 años
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