Cuando era un crío y murió mi abuela, recuerdo que mi padre solía repetirle a mi madre que los recuerdos son muertos a los que nos encadenamos con la esperanza de que no nos abandonen nunca, porque en el fondo deseamos creer que nos harán compañía. Y tenemos tanto miedo al olvido que no nos damos cuenta de que, vayamos donde vayamos, deberemos cargar con ellos porque ya no tienen vida. Sé que es jodido de aceptar. Mi padre también se fue y acabo de enterrar a mi madre. Pero cada mañana, cuando me despierto, intento no revolver nicho alguno.
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Enviada por Zelda hace 7 años
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