Yo sabía que aquella situación le incomodaba, y en el color malva bajo sus ojos, también que lo había pasado mal a su manera. Siempre he creído que no se debe olvidar nunca a aquellos que nos acompañan en el dolor, ya que nuestra propia pena es un velo que nos impide ver la inestimable ayuda que aportan. Y solo cuando no hay nadie que nos abrace en esa madrugada en vela, que nos susurre que pase lo que pase estarán ahí, es cuando nos damos cuenta de lo necesarias que son. Y Cameron había hecho mucho, no solo por mi hermana, sino por hacer de su soledad una tribu de viejos amigos.
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Enviada por Zelda hace 7 años
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